de cierto color, lo que le permite pasar por alto su conducta y aceptar en vez de ésta la obra perfecta de Cristo. Cualquier hombre que viva por la carne, y por ende que produce sus obras, es excluido del reino de Dios (cf. comentarios sobre 5:4). El contraste entre la carne y el Espíritu llega a un clímax que sería de esperarse cuando Pablo da una lista del fruto del Espíritu (22). En el corazón de su amonestación hay una apelación al creyente para que sea atraído
Page 109